Por mucho tiempo he leído cosas como: «¡Sé tu mánager!» y he escuchado otras como: «Yo tengo los contactos», peor aún, ahora se dictan talleres y hasta existen decálogos de Autogestión Musical. Déjenme decirles algo: pueden tener la misma pistola, pero jamás van a atinar al mismo blanco, con la misma precisión.
Siempre he sido partidario de 2 cosas:
1.) El artista debe estar enfocado en sus procesos creativos: escribir y hacer música, componer libre de presión.
2.) Rodéate de los que saben y déjalos hacer: todos dentro de la industria tienen un rol importante. Esa experiencia te permite optimizar tiempo, errar menos y relacionarte mejor.
Entiendo que la revolución del internet y la filosofía “DIY” (do it yourself) han sentado las bases de la gestión musical del siglo XXI, que el artista de hoy es un profesional polivalente, que aúna destrezas para ganar visibilidad y optimiza sus limitados recursos dejando atrás los tiempos en que la promoción musical solo tenía a su favor cuatro canales disponibles: radio, prensa, televisión y publicidad tradicional, que las redes sociales y las nuevas plataformas de distribución digital actúan como espacios de promoción para los artistas ya que aparte de ofrecerles formas más globales para la exposición de su música, también les permiten conocer su audiencia real y tener ingresos directos sin tener que ceder derechos ni porcentajes por sus obras, pero, tristemente, debo decir que eso no lo es todo.
En la primera etapa, cuando tu proyecto aun toma forma, está bien que diseñes y produzcas tu EP o «single», porque tienes conocimientos básicos y las herramientas, pero de ahí a prescindir del valor de un equipo de profesionales, es pasar los límites.
Si estás entregando el destino de tu carrera musical a tus redes sociales, si tus estrategias de marketing se limitan estrictamente a «tus followers», déjame decirte que vas directo al abismo. Si no sabes delegar, trabajar en equipo o te cuesta confiar, estás cavando tu propia tumba.
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